27 de abril de 2014

Los grafitis de Kensington Street

Uno de los atractivos de Brighton es su abundante colección de arte callejero. Junto a los grafitis más o menos improvisados, amateurs o simplemente vandálicos, encontramos por doquier muestras de street art profesional, ya sea espontáneo ya encargado por comercios o por las autoridades locales. En traseras escondidas o sobre las cabinas de conexiones telefónicas, en solares más o menos ruinosos o en las fachadas de las calles más céntricas, el Ayuntamiento de Brighton & Hove comprendió pronto la utilidad de estas manifestaciones de arte popular y trató de hacer piña con sus autores y usuarios. El resultado es que algunos rincones de la ciudad han pasado de ser deteriorados escenarios del tráfico de drogas a rincones llenos de luz que atraen el comercio y el turismo. Son frecuentes en Brighton los establecimientos comerciales decorados en su exterior de acuerdo con este estilo, muy relacionado con otros fenómenos de la cultura pop como el tatuaje y el piercing, el uso recreativo de las drogas, el cómic, los videojuegos, el hip hop, la música house, el surf, el diseño gráfico o la moda. El grafiti ha sido protagonista incluso de homenajes oficiales, como el dedicado en 2011 por la ciudad a la activista birmana por los derechos humanos Aung San Suu Kyi; pero, sobre todo, es uno de los atractivos turísticos más evidentes para los visitantes de la ciudad.

Aun cuando se trata de un arte anónimo y de carácter eminentemente efímero, en las calles de Brighton podemos admirar también obras más o menos perdurables de artistas identificados, tanto nacionales o internacionales, tan consagrados como Banksy, Snug, Odisy o Aroe, atraídos por una atmósfera decididamente hospitalaria para su actividad. Uno de los lugares de mayor concentración grafitera es Kensington Street, una calle corta del barrio comercial de North Laine sembrada de solares a los que se da uso de cochera al aire libre, cuyos límites son las traseras de edificios con entrada por la calle paralela: un paisaje que resultaría desalentador de no ser por la actuación de estupendos grafiteros. Podremos admirar un homenaje al artista, diseñador y gestor cultural local Mark Crook, reciente y tempranamente fallecido, vecino de otro gigantesco dedicado al padrino del funk, James Brown; un tremendo mural de 2008, fruto de la colaboración de Odisy y Aroe, en el que estos grafiteros brightonianos representaron a los miembros de una banda de rap de los ochenta, Run DMC, como piezas sobre el tablero de ajedrez, y a su líder, Jam Master Jay -asesinado algunos años antes-, como jugador y poco menos que demiurgo; o un escenario selvático, que resuelve magníficamente las irregularidades constructivas del plano, poblado de tótems y personajes a medio camino entre la rave party y la videoconsola: un mundo que sin duda me queda muy lejos, pero al que no puedo dejar de reconocer cierto orgulloso virtuosismo.